Investigadores y organizaciones líderes en salud global sin conflicto de intereses, presentaron sus aportes sobre la importancia que tiene la Iniciativa de Ley 5504 sobre la Promoción de la Alimentación Saludable, sometida al Congreso de la República de Guatemala
Esta iniciativa busca promover la educación alimentaria nutricional, regular la publicidad y promoción de comestibles y bebidas ultra-procesados dirigidos a niños y adolescentes, así como la implementación de un etiquetado frontal de advertencia nutricional en productos con alto contenido de azúcar, grasas saturadas, grasas totales, sodio, contenido de grasas trans y contenido de edulcorantes. Tenemos la esperanza de que sean de utilidad para su apoyo a la aprobación de esta iniciativa. Esperamos que sus decisiones se basen en la mejor evidencia disponible, en beneficio de las medidas urgentes que Guatemala requiere en materia de salud pública con la aprobación de esta ley.
A continuación, un resumen de los argumentos clave para sus consideraciones basadas en la evidencia científica.
- Guatemala enfrenta altos niveles de sobrepeso, obesidad, diabetes y otras enfermedades no transmisibles relacionadas con la nutrición
Guatemala es el país con la mayor prevalencia de doble carga de la malnutrición en todo el hemisferio occidental y las prevalencias aumentan en poblaciones indígenas(1). En aproximadamente 25% de hogares guatemaltecos, existe una persona con sobrepeso y obesidad y un menor de 5 años con desnutrición crónica(2).
Hay una tendencia creciente del sobrepeso y obesidad en todos los grupos de población en Guatemala. Actualmente el sobrepeso y obesidad está asociado con vivir en áreas urbanas y tener mayores ingresos económicos, sin embargo, cuando se evalúan tendencias, estudios realizados por el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP) han evidenciado que el sobrepeso y obesidad crece cerca de 1 punto porcentual por año y esta prevalencia crece más rápido entre mujeres adultas indígenas(2).
El INCAP ha evaluado la ingesta dietética en niños y adolescentes y ha encontrados datos alarmantes en cuanto al consumo de productos ultra-procesados. En un estudio llevado a cabo en escuelas primarias de la ciudad de Guatemala (en niños de 9 -12 años), se encontró que más del 35% de las calorías diarias proviene de productos ultra-procesados ricos en calorías, azúcar, sodio y grasas. Esto equivaldría a casi 700 calorías diarias de comida chatarra (asumiendo un consumo de 2000 calorías diarias(3). En el área rural entre adolescentes, se demostró que más del 25% de las calorías diarias proviene de bebida azucaradas, dulces y snacks salados (5), lo que supone alrededor de 500 calorías diarias de comida chatarra. Este consumo es altísimo y excede todas las recomendaciones dietéticas para mantener una vida sana y prevenir enfermedades crónicas.
Cabe mencionar, sobre lo descripto, que un entorno alimentario no saludable, habitado por productos ultraprocesados con alto contenido de nutrientes críticos, predispone a la población a consumir dietas poco saludables, principal factor de riesgo para padecer enfermedades crónicas como obesidad, diabetes e hipertensión.
- Los alimentos ultra-procesados son perjudiciales para la salud
El término “ultra-procesado” propuesto por la clasificación NOVA tiene un sólido reconocimiento académico. En el buscador académico PubMed, que permite el acceso a la base de datos MEDLINE, están registrados más de 300 artículos académicos que utilizan el término ultra-procesado.
Organismos internacionales como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y la OPS (Organización Panamericana de la Salud) han publicado documentos técnicos, en los que destacan los altos riesgos de los alimentos ultra-procesados para la salud (9). El volumen de estrategia de obesidad del Banco Mundial utiliza este término y promueve programas que utilizan etiquetas de advertencia para reducir el consumo de estos alimentos y bebidas no saludables (9).
La OPS define a los productos ultra-procesados como aquellos elaborados principalmente con ingredientes industriales, que normalmente contienen poco o ningún alimento entero. Por su parte, FAO señala que las investigaciones en la materia han establecido que existe un vínculo estrecho entre los cambios en la dieta —de alimentos reales o mínimamente procesados a alimentos ultraprocesados— y las tasas de sobrepeso y obesidad y otras enfermedades no transmisibles relacionadas a la dieta (9).
Durante los últimos 25 años, la disponibilidad y las ventas de estos alimentos ultra-procesados han aumentado rápidamente en los países de ingresos bajos y medios y en todas las regiones del mundo. Un conjunto creciente de estudios está midiendo este cambio. (10-15) En mayor profundidad, las investigaciones están estableciendo un vínculo sólido entre el cambio de alimentos reales que no están procesados o mínimamente procesados a alimentos ultra-procesados y el sobrepeso / obesidad y muchas enfermedades no transmisibles (ENT) relacionadas con la nutrición.
Un estudio de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH, por sus siglas en Inglés) de 2019 destaca el impacto en la salud por el consumo de alimentos ultra-procesados. Esta prueba controlada aleatorizada consistió en alimentar a un grupo de adultos de peso normal con una dieta compuesta por alimentos reales durante dos semanas y, posteriormente, una dieta compuesta por alimentos ultra-procesados por otras dos semanas. Esto dio como resultado un aumento de peso de 0,9 kg por consumir alimentos ultra-procesados, y cambios igualmente significativos en las mediciones de diabetes, hipertensión y otras mediciones clave para enfermedades cardíacas, lo cual resalta el impacto potencial de una dieta de estos alimentos durante un período de tiempo más largo.
Estos resultados han sido replicados por más de 35 estudios muy importantes que mostraron que consumir una dieta de más alimentos ultra-procesados se relacionó, 10 a 20 años más tarde, con aumento de peso, aumento de enfermedades cardíacas, mortalidad por todas las causas, aumento de diabetes, hipertensión y muchos cánceres. (3, 17-36) Esto ha sido particularmente importante en América Latina y el Caribe, donde se han documentado cambios en el sistema alimentario regional relacionados con el sobrepeso / obesidad. (8)
- El etiquetado frontal de advertencia en los empaques afecta positivamente el comportamiento de los consumidores al momento de la compra de alimentos.
Las etiquetas de advertencia en la parte frontal de los paquetes surgen de una propuesta de política que obliga a la industria a identificar qué productos tienen altos niveles de nutrientes críticos, como el azúcar, sodio y grasas. Estas etiquetas se indican con un símbolo octogonal que indica que el producto tiene “exceso en” [un nutriente critico], lo que permite a los consumidores elegir un producto diferente que no contenga sellos, es decir que su composición no exceda los niveles aconsejados por la Organización Mundial de la Salud (3) (4).
Las etiquetas de advertencia en la parte frontal de los paquetes son los modelos más efectivos hasta la fecha para advertir a los consumidores sobre la calidad nutricional de los productos empacados. Con base en esta evidencia, países como México, Uruguay, Argentina, Chile, Perú han aprobado leyes obligatorias de etiquetado frontal de advertencia de «Exceso en»/“Alto en”. [1]
Investigaciones en todo el mundo han demostrado que las etiquetas de advertencia de «exceso de» pudieron ayudar a los consumidores a identificar correctamente los productos con un alto contenido de nutrientes críticos (como azúcar, sodio y grasas saturadas) en comparación con otros tipos de etiquetas (5). Un experimento reciente realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Carolina del Norte y la Pontificia Universidad Javeriana, entre una población representativa a nivel nacional en Colombia, ha demostrado que la etiqueta de advertencia octagonal propuesta desanimó al 72% de los participantes a querer comprar productos no saludables, en comparación con otras formas de advertencia y el control respectivo. Este estudio evidencia que el uso del etiquetado octagonal sigue siendo el símbolo más eficiente para promover la alimentación saludable.
Chile fue el primer país en promulgar una política obligatoria con etiquetas frontales de advertencia octogonales. Desde que las etiquetas comenzaron a implementarse en el 2016, han contribuido a cambios en las normas y comportamientos sociales en torno a la compra de alimentos y bebidas más saludables por parte de la población (6). Los consumidores chilenos conocen y comprenden las etiquetas, y las utilizan en la toma de decisiones en la compra de alimentos. Otra investigación chilena muestra que, en la vida real, la etiqueta frontal de advertencia octagonal redujo el consumo de bebidas endulzadas con azúcar en un 25% en un momento en que Chile consumía la mayor cantidad de bebidas endulzadas con azúcar per cápita en el mundo. Además, los consumidores cambiaron significativamente a bebidas más saludables y redujeron significativamente el consumo de azúcar en las bebidas (7).
El estudio comparativo de las diferentes advertencias nutricionales ha mostrado que sistemas como Nutriscore y Semáforo no han mostrado ningún impacto en la decisión de compra de alimentos (8).
Las advertencias en la parte frontal del paquete permiten que los consumidores puedan identificar el exceso de nutrientes críticos que contiene el producto ultra-procesado y les permiten hacer una elección saludable. Los estudios en Guatemala han demostrado que la mayoría de los alimentos envasados deben tener etiquetas de advertencia. (37)
- La importancia de la evidencia científica sobre el impacto del etiquetado frontal de alimentos, sin conflicto de interés:
Finalmente, es importante resaltar que el desarrollo de políticas públicas en salud, como la que ustedes están debatiendo, debe formularse con base en los mejores argumentos, libres de conflicto de intereses. Las grandes empresas de la industria alimentaria tienen la capacidad de influir en las conclusiones de importantes investigaciones, presentaciones científicas en congresos de alto impacto, políticas y programas de nutrición gubernamentales y privados, campañas de marketing dirigidas a los niños y, en definitiva, tienen la capacidad de sesgar e influir sustancialmente en la práctica a nivel clínico, pero también a nivel de salud pública (40).
Un estudio dirigido por Bes-Rastrollo encontró revisiones sistemáticas financiadas por la industria, cuyos resultados tenían más probabilidades de no encontrar asociación alguna en lo referente a la relación entre las bebidas azucaradas y la obesidad (38)(39).
[1] Estudio de políticas sobre el etiquetado nutricional frontal en las Américas: Evolución y resultados. Eric Crosbie y col. Disponible en: https://www.paho.org/es/documentos/estudio-politicas-sobre-etiquetado-nutricional-frontal-americas-evolucion-resultados